I try to made myself believe (Hayde)

_Claro. - Definitivamente si esa fuera su casa, ella desterraría las tarjetitas y con su fuerza la puerta cedería tan fácilmente como un papel. Pero no haría eso en una casa que no es suya, a menos que sea una emergencia.

Lo siguió en todo momento, aún con la extraña tarjetita en su mano, haciéndola brillar con las luces artificiales del techo, sonriente.

El chico la condujo hacia fuera, el gran jardín se extendía a la lejanía en un bosque en el que un gran edificio asomaba. En la noche era una figura fantasmal y realmente antiestética, pero aquella iglesia tras el bosque era una maravilla arquitectónica inestimable y God Sent estaba orgullosísimo de ella.

A la izquierda del porche que daba a aquel maravilloso jardín había una mesa junto a una barbacoa y unos pasos más atrás un buggy con el cual podía recorrer su extensa propiedad.

_Wow. - Dijo, entrecortandolo mientras que apuraba el paso y jugaba con las llaves de su Porsche 911 negro, girándolas con agilidad en su dedo frío y blanco como nieve, nieve tan bien moldeada.

Siguió viendo el denso bosque, que solo eran sombras, pero a los ojos de ella eran árboles muy bien marcados, con colores oscuros, y sonidos de pequeños animales dormidos calmaban los oídos de la vampira.

Sonrió altivo cuando escuchó aquel sonido salir de la boca de ella, su ego aumentaba por momentos y no podía ser peor. El enviado se giró, conduciendo a Hayde a otra habitación, esta vez la suya que se encontraba escaleras arriba.

- Y este es mi dormitorio.- dijo él mientras la puerta se abría con rapidez antes de que él siquiera estuviera enfrente.

El dormitorio tenía un gran ventanal como el que rodeaba el salón y que mostraba el este, desde allí cada mañana podía ver cómo el sol aparecía cegándolo y llenándolo de completa energía. La cama, de tonalidades oscuras era amplia y grande para que el chico pudiera descansar con comodidad. Al lado se encontraba un pequeño habitáculo que tenía un baño y finalmente había un escritorio, ordenado, lejando de la zona para dormir en el cual descansaban grandes cantidades de informes, papeles y diferentes autorizaciones. Todo estaba completamente ordenado.

La condujo hacia otro cuarto, un cuarto perfecto, con una amplia cama, un enorme ventanal, en el que se detuvo mucho rato Hayde, imaginandose a ella como humana por el día, presenciando el amanecer frente a esa ventana, disfrutando de lo bueno del sol, y también luego yendo a la playa a divertirse con las olas.

Pero no, estaba condenada a esta vida y tendría que aceptarlo algún día, o tal vez en siglos, décadas.... o nunca.

_Me.. me encanta.. de veras. - Dijo, algo apenada mientras que desviaba la vista del hermoso ventanal, hacia el suelo pasándose la mano por su cabellera.

El chico se acercó a ella mientras la luz de la luna brillaba detrás de aquel ventanal. Pasó una de sus manos acariciando su cabello mientras con la otra levantaba la mirada de ella con delicadeza por su barbilla.

- Te sucede algo preciosa?- le preguntó escudriñándola con la mirada, actuando de sobremanera.

_No... no me hagas caso, soy una estúpida. - Dijo, quedándose un rato con su mentón en su mano, pero luego hizo un gesto con su dedo para quitarle importancia a su dolor. Pronto se apartó, con un largo suspiro mientras que le daba la última mirada al ventanal.

Se apoyó en lo que parecía un cajón de un escritorio, y algo le punzó el codo.

_Auch. - Dijo, viéndose la herida con atención, y luego el cajón. Había algo entreabierto en el, pero no quería ser descortés y abrirle los cajones.

La sangre que brota de su codo le agudiza los sentidos y el líder de aquella secta se acerca hacia ella intentando reconocer el por qué de aquella herida. Pronto descubre que una daga de plata asoma en uno de los cajones superiores, con cuidado la introduce dentro de este y lo cierra propiamente para luego girarse hacia su invitada.

- Dime Hayde, te gusta tu condición de vampira?- le preguntó con extrema seriedad y tranquilidad observándola con aquellos ojos azules que centelleaban cual estrella.

Quedó pensativa ante su pregunta. Abrió la boca varias veces para mentir, o algo así, pero lo vió a los ojos, y luego bajando la mirada se lo confesó.

_No. - Dijo, segura de sus palabras, bajando la mirada y la cabeza, estrechando sus manos enfrente de ella. - Y si me hubieran preguntado, elegiría morir con mi familia.

Y cada palabra que había salido de la pequeña boca de Hayde, era verdadera.

El chico asintió mientras una sonrisa ladeada de satisfacción aparecía en sus labios. -Querida, ya que tú fuiste sincera conmigo yo lo seré contigo.- dijo él acercándose un poco más hacia ella.

-Soy el jefe de La Iglesia del Sol, lo que quiere decir que soy el enemigo público número uno actualmente de los vampiros.- dijo con soltura, hilando poco a poco todas sus ideas.

-Créeme que en un principio pensé en deshacerme de tí pero ahora veo cuan equivocado me encontraba.- repuso el líder con aquella sonrisa tan característica. - Y creo que con la práctica y tecnología que tengo puedo llegar a quitarte esa horrible condición o reducirla.- terminó con su mirada clavada en ella.

Escuchó con atención cada palabra, y cada vez iba retrocediendo más, con una mueca enormemente sorprendida, y determinaba algo de miedo, o en realidad, determinaba la completa tristeza que sentía.

_O sea.. que no sientes nada.. por mi. Era solo para deshacerte de mí. - La primera lágrima de un color rojo escarlata se prendía de sus pestañas, pero se pasó una mano por sus ojos, decidida a no llorar más, ya había sufrido bastante.

Caminó hacia ella con extrema tranquilidad sin dejar de observarla en ningún momento. - Corrijo.- dijo él levantando su dedo en señal de atención. - No SENTÍA nada por tí.- comentó haciendo énfasis en aquel verbo.

- Hayde, nunca había sentido lo que ahora siento por tí, ni siquiera con una humana.- repuso tras unos segundos. - Siento que dependo de tí y créeme, aunque suene muy romántico es muy peligroso.

Clavó su mirada en el, y ya lagrimeando lo abrazó con fuerza.

Nunca nadie había sentido algo por ella, ella no era como las de las revistas, nunca le gustó llamar la atención. Tampoco era como las de los comerciales, tan perfectas desde todos sus lados.

_Esto.. lo lamento, te mancharé. - Dijo, apartándose un poco y secando las rojas lágrimas.

-Tranquila, es una simple chaqueta.- dijo él sonriendo mientras se negaba a que ella se separara un poco de él abrazándola con firmeza. - Y bien dime, ¿quieres que te cure tu condición de vampira?- preguntó alzando una ceja mientras la seguía contemplando con aquellos ojos azules.

Alzó un poco la cabeza, fija en su abrazo, apretada contra su pecho y lo miró a los ojos, asintiendo de a poco.

_Pero, no creo que haya cura, ese es el problema. - Suspiró, hundiendo la cabeza en su pecho, y lo abrazó por la cadera, pero ya no lloraba.

-Hayde, si hay cura y yo, me he curado.- reveló con un tono serio y solemne, acaparando en sus brazos a ella. Y así había sido, el chico había sido un vampiro antes de ser aquello. El proceso era difícil y costoso pero el salvador estaba dispuesto a hacer todo lo posible por que ella pudiera quitarse esa condición.

- Sólo tienes que confiar en mí.- le explicó tomando una de sus manos.

Abrió una linda sonrisa ante su gesto, el estaba siendo la mejor persona del mundo con Hayde, y de seguro el proceso sería costoso, y ni imaginarse doloroso, o al menos eso creía.

_Eres la persona en la que más confío. - Dijo, acariciando el dorso de su mano y besando su mejilla.

-No se hable más.- dijo él con una sonrisa en sus labios. - Me alegra poder ayudarte.- le dijo con tranquilidad. - Cuando tu te veas preparada entonces comenzaremos con aquello.

El chico observó unos instantes por el ventanal, pensativo, dentro de poco comenzaría el Instituto de la Luz y se le acumulaban los quehaceres. En la oscura noche se perfilaban árboles y entre ellos un gran edificio que era la iglesia.

Asintió con la cabeza, y siguió su mirada hacia el ventanal. Se resguardó en su hombro, aún viendo hacia aquel paisaje único, pero no estaba lo que Hayde siempre quiso ver desde su vampirez: El sol. Solo había una mínima raya anaranjada en el horizonte que indicaba el amanecer, y el sol de medianoche desaparecía ante sus ojos.

_Ya amanecerá. - Susurró, pero ni ella hizo caso a sus palabras. Se mantuvo quieta.

Dejó un beso en el cabello de ella todavía observando por el ventanal. -Volvamos abajo, te prometo que un día podrás verlo, dentro de poco.- le consoló con voz tranquila y melódica. Cogió de la mano a Hayde y comenzó a condcirla de nuevo por aquel gran lugar del que sólo habían visto dos habitaciones.

Los guardias ahora los seguían detrás de ellos, alerta ante todo.

El chico se dejó acariciar y besar por ella, poco a poco recostándose en aquella mullida cama situada en el sótano de su lujosa mansión.

- Te juro que haré todo lo posible por que puedas ver de nuevo un amanecer.- le susurró al oído con extrema delicadez, mientras con una de sus manos acariciaba el precioso cabello de ella.

El chico más que masoquista mostró su cuello, dejando a la vista las pequeñas marcas que ella le había hecho la noche anterior y que había ocultado durante todo aquel día con una buena capa de maquillaje para no defraudar a sus seguidores.

- Quieres un poco?- le preguntó, haciendo un trueque, él antes había bebido de la suya, ahora él se prestaba para que ella tomara un poco de la del chico.

Ladeó un poco la cabeza ante su proposición, pero un cambio era un cambio. Pasó sus manos por su cabello, abrazándolo, y acercó su boca a su cuello, rozándolo con sus labios. Pronto unos pequeños y finos colmillos se abrieron paso por sus labios, y estos rozaron las capas de piel del cuello, apenas cortándolo hasta clavarse un poco más profundo.

Y la sangre ya fluía por la boca de Hayde, pronto a los cuantos tragos, depositó un beso donde había mordido, y sus colmillos desaparecieron, dejando unos mínimos incisivos de un color blanco sin ninguna mancha. Pasó su lengua por su propia boca, extrayendo un poco más de sangre, y le dió un pequeño beso en los labios.

Siente aquella tranquila punzada en el cuello y no puede más que soltar un pequeño gemido ronco, masoquista, amaba el daño. Su mirada se pierde en la pared mientras siente todavía cómo parte de su sangre abandona su cuerpo y va a ella, sin hacer nada por remediarlo.

Cuando termina y siente los labios de ella sobre los suyos la rodea con sus brazos, abrazándola con delicadeza y tranquilidad.
- Tienes sueño?- le preguntó alzando una ceja.

_No... no mucho. - Susurró, mientras que acariciaba su nuca y su cabello, mirando hacia su perfecto rostro inigualable. Recorrió sus labios con un dedo, terminando en una barbilla masculina y al mismo tiempo tan perfecta como todo de el. Pronto vió sus heridas en su cuello con atención, y volvió a sus ojos, besando sus labios, un simple y tierno beso que le recordaba que Hayde lo quería, y demasiado para alejarse.