Nueva por estos lares

La farsa parecía tomar fuerzas, ya tenía su apartamento ahora solo faltaba conseguir un trabajo y... Le costaba, le costaba horrores pensar en aquello, la tal sola mención de esa idea le daba asco. Socializar. Interactuar con pobres e indefensos humanos. Normalmente ella lo hacía con todo gusto si unos minutos después estaba hincándolé los colmillos al cuello de esa persona. Le era delicioso el poder degustar el miedo, casi palpable de ellos luego de ser "traicionados", porque claro ¿Qué mejor que darle la seguridad a tu presa de que no le harás nada? ¿De que eres inofensivo? Una pequeña sonrisa fría y burlona se dibujaba en lls labios de FIorella, aún degustando el pequeño bocadillo que había tomado antes de pasarse por el cementerio.

Paseó la mirada por el lugar, estructurando las sombras, con los sentidos alerta. Tan solo un fino hilo de sangre recoría su mentón desde la comizura izquierda de sus labios rojos y carnosos, los cuales no se había molestado en limpiar. Bajo esa oscuridad cualquiera pensaría que los llevaba pintados de carmín. Se sentó con su elegancia natural sobre una lápida y contempló con aire ausente la luna plateada que se alzaba ante ella, surcando el cielo, alumbrando todo con su suave y mortecina luz. Este era su nuevo hogar.

Camina por el cementerio, siempre le ha gustado pasear por este en la oscuridad, lo hacía en su antigua casa, allí en Montana, cuando no se encontraba... de otra manera. Carraspea un poco, la garganta le molesta por unos acontecimientos ya pasados hacía unos días. Puede sentir el olor de alguien más, pero de alguien que no huele como los humanos, sin duda un vampiro.

Continúa su paseo despreocupado, con altanería frecuente, amaba sentirse superior y que los seres inferiores no supieran que él lo era.

Ladeó un poco el rostro mientras se volvía parar mirar en dirección de donde le llegaba el sonido sordo de las pisadas sobre la tierra. Vió a un chico, que sin dudas no olía como uno. Se relamió los labios, quitando cualquier rastro de sangre. Aquél joven se paseaba a sus anchas, sabía que finjía que ella no estaba ahí y le importaba, ciertamente, un comino. Su andar le hacía recordar al suyo, superior, elegante, orgulloso.

Se encogió de hombros y pasó su dedo, limpiando el hilillo de sangre y lo llevó hacia sus labios, siguiendo con la mirada a aquél muchacho que le despertaba cierta curiosidad.

Continúa caminando con tranquilidad, rodeando el recinto casi por completo, hasta dar a parar con la vampiro, dispuesto a entablar una "amena" conversación. Fija sus ojos en ella, con una sonrisa llena de prepotencia, orgullo y ningún tipo de falsedad.
- Buenas noches.- la saluda, simple, sin quitarle los ojos de encima, si estaba hambrienta quizás intentara atacarlo y él no sería tan fácil de atacar.

Aún se sentía tranquila y despreocupada, incluso cuando el chico se acercó a ella. Normalmente, algunos humanos sentían nervios, ansias, incluso exitación cuando ella se les acercaba para hablarles. Aunque, manteniendo su fachada de Princesa de Hielo, Fiorella levantó la mirada, observando la sonrisa que le ofrecía el desconocido.

- Buenas noches -enmarcó las cejas con su suavidad y elegancia innata. Él era muy afortunado, a sus ojos, ella ya había cenado y la verdad era que olía bastante bien. De todas formas, no era una golosa.

Continúa fulminándola con la mirada, con ese gesto tan altanero y poderoso que traía consigo cuando se encontraba feliz o contento por algo. - Qué hace una mujer como tu por aquí?- pregunta rápidamente, alzando una ceja, esperando una respuesta.

Estaba seguro de que se trataba de una chupasangre y él los odiaba, odiaba a todas las criaturas por el mero hecho de considerarlos ávidos contrincantes. Se pasa una mano por el cabello, corrigiéndoselo, el chico se había divertido un buen rato hacía cuestión de minutos.

Su mirada había vagado por el lugar desviando su atención a los sonidos de la noche, la naturaleza realmente le trasmitía cierta sensación de paz. Le escuchó mientras observaba con detenimiento la tierra del suelo, definiendo su color. Le era tan facil entretenerse con cosas tan absurdas como esas que a veces le parecía estúpido. Su rostro segía inexpresivo, en blanco.

- Conociendo los alrededores, explorando a ver lo que me encuentro -a ella no le gustaba dar muchas vueltas ni nada, ladeó un poco el rostro, haciendo que su cabello, como una cortina oscura, callera por un hombro cobriendo la mitad de su rostro.- ¿Se puede saber qué eres? -comentó como si nada, volviendo la vista a su rostro, su sonrisa le desagradaba por completo. Además, parecía un humano,pero no era uno, al igual que ella, con la simple diferencia de que no era una raza de la que ella estuviese enterada exisita.

Ni siquiera se sienta, la rodea contínuamente, con una expresión despreocupada y una sonrisa persistente en sus labios. Asiente levemente ante su explicación, no quería parecer un policía o algo por el estilo, simplemente había querido entablar una conversación.

Escucha su pregunta y sonríe mucho más acentuado, con la vista en el suelo, mientras continúa rodeándola, pronto se para y la fulmina con una fría mirada. - Nada que te importe.- dice, recobrando la seriedad, con un tono despectivo.

La estaba rodeando, como un depredador a su presa, acechandola. ¿Acaso la estudiaba? ¿Qué se creia? Suspiró con hastío, si bien, ella no era de conversar mucho con otros, este chico con unas pocas palabras y unos movimientos ya comenzaban a fastidiarla. Enmarcó una ceja. De acuerdo, había que reconocer que el chico no era 'Mr Simpatía' ni mucho menos, si tanto le desagraba Fiorella se preguntaba porqué rayos seguía ahí.

- Intesante -comentó con mofa mientras rodaba los ojos y se cruzaba de piernas, dejandolas lucir a la luz de la luna. Se acomodó un poco la falda de lvestído de gasa negro que llevaba puesto y se cruzó de brazos, esperando que el chico hiciera o dijera algo, ya que ella se aburría de muerte.

Asiente levemente en el sitio, con mirada perdida, pensativa, boquiabierto, se llevó una mano a su cabello, acomodando este levemente, antes de clavar de nuevo su mirada en la chupasangre, quizás podrían llegar a algo, no quería acabar a golpes con ella o con otra persona aquella noche, ¿Estaba perdiendo ya todo su instinto salvaje? Ella era un enemigo aun que, para que negarlo, para Lorcan todo ser era un enemigo, incluso los de su propia especie.

- ¿Cómo te llamas, vampiro?- le pregunta, con una voz solemne y tranquila, denotando cierta prepotencia, seguro. Ladea un poco la cabeza, esperando la respuesta de ella, esbozando de nuevo aquella sonrisa.

Fiorella estaba a tres escasos segundos de ponerse en pie e irse a dar una vuelta, ese silencio le era monótono y no le encontraba sentido el estar ahí sentada, hablando con un completo extraño que la trataba de una forma muy particular. Ella ya se imaginaba porqué. En cuanto volvió a hablarle, enmarcó una ceja, la verdad es que no tenía nada que perder con dar su nombre y no era tan arisca.

- Fiorella Di Stefano -dijo con orgullo su nombre, sintiendo una pequeña punñada de nostalgia por su familia, normalmente no pensaba en eso, había pasado mucho tiempo, pero estando en aquel lugar le parecía impocible no recordarlos. Ladeó el rostro, evitando mirar su sonrisa, la cual le irritaba de sobremanera- Y si no quieres decirme el tuyo, allá tu -se encogió de hombros, simplemente le resbalaba.

Acentúa de nuevo su sonrisa, asintiendo levemente ante las palabras de la chupasangre, altivo, siempre. No se extraña de que ella ladee el rostro, sabe que algo le incomoda de él, pero le trae sin cuidado.

- Soy Lorcan.- se presenta, simple, educadamente arrogante. - Encantado, Fiorella.- añade sin quitarle la vista de encima, analizante en todo momento. La educación para él era algo muy importante, podría ser un arrogante y un completo imbécil, pero la educación no le faltaba.

Sin formaledades, eso le gustaba. El tal Lorcan había ganado un punto pero eso no era comparación, estaba segura que no le caería bien en ningún sentido incluso si él se esforzace, para ella la primera impreción lo era todo, con eso definia la persona y poco le imporaba si lo que pensaba de una persoan estaba bien o mal.

- Igualmente -le regaló una sonrisa de lado, se aburria y lo habría gitado a los cuatro vientos de no ser porque aquél chico estaba ahí, no quería quedar como una loca desquiciada.- ¿Hace mcuho estas aquí? -se sorprendió de lo natural que había sonado esa pregunta, que en verdad carecía de importancia. Pero si ella no iniciaba una conversación, dudaba que él lo hiciera y no quería morir otra vez de aburrimiento.

Escucha su pregunta y niega con la cabeza. -Vengo del norte, de Montana, hace como unas dos semanas que ando por aquí.- le explica sonriendo levemente. - Parece un pueblo muy...- busca la palabra. - Interesante.- termina por decir, con un deje de diversión en la voz.

-Y tú?- le pregunta, alzando una ceja, pensativo.

Bueno, algo era algo. La conversación se tornaba, de a poco, un tanto mas fluida y cordial, algo que le entretenia. Asintió levemente a lo que el chico le decía, Montana, no recordaba haber estado ahí.

- Pues, acabo de llegar justamente hoy -comentó simple, esas dos semanas para Lorcan habían sido lo suficientes como para que Fiorella puediera olerlo en varias partes del pueblo.- Elegí el pueblo al azar -admitió sin verguenza. Ya se había cansado de ir siempre a los mismos lugares y ver las mismas cosas, había dicho basta de capitales y se había propuesto internarse un poco más en los pequeños pueblos.

Sonríe de nuevo, completamente malo, con aquel toque tan odioso y característico. - Bienvenida.- pronuncia aquello con educación, mientras enarca ambas cejas, esperando la reacción de ella. Pero pronto escucha su confesión y asiente levemente.

- Y qué tiene un pueblo como Englewood para que la srta. Di Stefano se digne a venir a él?- pregunta, alzando una ceja, levemente interesado en aquello.

A penas vió asomar esa sonrisa uqe sabía no iba agradarle, volvió la mirada a la luna. Sin dudas una vista mucho mas bella y que prefería a toda costa. Asntió, sin perder ni un momento la calma que la invadía. Ese chico aún necesitaba de mucho mas para sacarla de sus casillas, pero estaba segura que si él se lo proponía podría fastidiarla mucho.

- Gracias -dijo seca, para luevo volver a verlo en cuanto volvió a escucharle hablar. Se encogió de hombros- Me he cansado de las grandes cuidades, era hora de cambiar de aires, ya lo dije, fue al azar ¿Y al Sr Lorcan que le ha interesado de Englewood? -enmarcó las cejas con elegancia innata.

Se queda pensativo ante su pregunta, más actor que otra cosa.
- Digamos que me dejo caer por donde me despierto.- le informa, de nuevo sonriendo, mostrando una hilera de dientes completamente blancos. Se acomoda su chaqueta levemente, cerrando esta con la cremallera. - aunque en realidad vivo en las afueras.- explica. - en la casa cerca del pantano.- añade, le había costado lo suyo reformarla, lo había hecho sólo, parecía que aquel viejo cacharro al final le serviría de hogar gratuito.

Suspiró mientras se preguntaba cuántos años llegaba a vivir un cangrejo, se aburría, se aburría demasiado. No congeniaba nada con el chico por más que mantuvieran una conversación común y corriente. Dejó lo que le había dicho de lado.

- Este es un pueblo aburrido, tú tambien lo eres -se levantó y acomodó su vestido- Supongo que no duraré mucho aqui... -ahora comenzaba a arrepentirse de haber comprado una vivienda por estos lares. Ya no sabía qué rayos hacer ahí y era solo su primer día. Se encogió de hombros- Creo que tendré que esperar que ver qué encuentro por ahí -caminó unos pasos hacia adelante, sin intención alguna de irse, puesto que ella había llegado primero. De todas formas, tampoco le estaba echando.

Escucha sus comentarios si ella quería pelea tendría pelea. - No te hagas falsa imagen del pueblo por lo que has visto en una noche colmillitos.- le explica, con aquella sonrisa arrogante. - Este pueblo puede llegar a ser muy divertido.- añade, proliferando una pequeña carcajada.

- Y qué quieres que te diga, tú tampoco es que seas la alegría del huerto preciosa.- le dice, despectivo, sin dejar aquella sonrisa de lado, aún sabiendo que ella se encuentra de espaldas a él unos pasos delante.

Miró el suelo, dejando caer la cabeza hacia delante mientras reía, desdeñosa.

- Colmillitos.. -repitió para si negando sutilmente con la cabeza. Vaya apodo, de verdad que le era cómico.- La verdad es que me pregunto cómo puede llegar a ser divertido -se giró, levantando la cabeza para verle y lamentarlo porque esa sonrisa lo único que le provocaba eran ganas de clabarle los colmillos en el cuello y desgarrar su garganta. Rodó los ojos- Nadie dijo que fuera un rayito de Sol, si no te gusta puedes largarte a mi no me molestaría -se encogió de hombros ella no tenía planeado irse, no aún.

- Veamos Srta. Di Stefano...- dice acercándose a ella, todavía con arrogancia, con un tono divertidamente educado.
- Qué es lo que le parece a vuestra merced divertido?- le pregunta, utilizando palabras algo arcaicas, mofándose de ella.
- La sangre y poco más, ¿No?- aventuró de nuevo, con diversión, aquella mujer no llegaba a exasperarlo, nadie de por allí podía hacerlo, él era el que molestaba, él era la mosca -o la bestia- por allí.

Ladeó un poco el restro al notar sus movimeintos, que se acercaba a ella. Fiorella no entendía qué era lo divertido del asunto, odiaba que la molestaran y él lo estaba haciendo. Igualmente, ella aunque quisiera no haría nda estúpido poque simplemente no tenía ganas de pelear con él, no valía la pena. Solo era un pobre diablo que se entretenia molestando a los demas porque no tenía nada mejor que hacer.

- Supongo, dar lata -se encogió de hombros- ¿Sabes? Si solo haces esto para que me enfade lo estás logrando, pero no me voy a reñir contigo porque no vales la pena -sonrió encantadora y volvió la vista a la luna, ese paisaje la calmaba, eso ayudaba.

-Soy un ser muy pacífico en lo que cabe, mi intención no es enfadarte.- le explica, sonriendo levemente.

- La sangre y dar la lata.- enumera, recalcando ambas palabras mientras niega efusivamente con la cabeza. - Qué aburrido.- intenta picarla, claro que quiere enfadarla, pero aún así intenta que no lo parezca, quiere ver de lo qué es posible ella ante su constante molestia, levemente interesado.

No veía una mejor forma de pasar aquella noche, ya había dado su "paseo nocturno" por el bosque, se había divertido un rato y no veía nada más para completar aquel dia que aquello que el destino le había puesto delante en aquel cementerio.

A penas escuchó la palabra "pacífico" ella ya estaba rodando los ojos porque no se creía ni la mitad de lo que él le decía. FIorella no era tonta y ciertamente comenzaba a impacientarse porque él la estaba molestando bastante y ella no era una persona del todo tolerante. Se fastidiaba con facilidad y eso le jugaba muy en contra.

- Si, es aburrido cuando tu lo dices... -se encogió de hombros, de ningún modo dispuesta a que él lograra su cometido- ya lo dije, tú eres aburrido -paseó con lentitud la mirada por el lugar minado de tumbas.