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Chris Sutherland: "The Day The World Went Away"
:: Bienvenida Sangrienta :: Diarios
Página 1 de 1.
Chris Sutherland: "The Day The World Went Away"
6 de Junio de 1883
Texas, Utah.
Las órdenes de los capataces iban y venían. Escucharles daba dolor de cabeza, ¿pero qué le vamos a hacer? Simplemente "animan", vease la ironía, a los trabajadores de la vía del tren. Farfullé por lo bajo mientras alguien se me acercaba, entregándome un sobre. Le miré de reojo y asentí mientras él, se despedía finalmente con un saludo militar. Odio a los militares, pero si me pagan para trabajar por ellos, así sea. Abrí el sobre, y lo leí de arriba abajo:
Levanté la mirada de la carta, para dedicar una nueva mirada a las vias del tren, mientras sonreía de medio lado. La carta, me informaba que debía partir hacia el norte, hacia la zona norte de Utah, a un puebllo llamado Deathroad, un nombre no muy agradable, pero en sí, el poblado parecía ser tranquilo por lo que le informaban en la carta, y eso era lo que él buscaba. Tranquilidad, lejos de los gritos y berridos de los capataces de la obra.
Informé al capataz jefe, tranquila y serenamente, y él, a pesar de que en un principio se negó rotundamente a aceptar el que me fuera, le comenté el resto de la información que se facilitaba en la carta. Más tranquilo, me dejó partir, hacia el pueblo.
"Deathroad, menudo nombre, ¿no?"
--------------------------------
10 de Junio de 1883
Deathroad (75 km al norte y 35 km al oeste de Utah)
Miro alrededor, no hay ni un alma. Me dijeron que era tranquilo, pero no esperaba que lo fuera tanto. Avanzo en silencio, mi caballo ya está extenuado despues de varios días de viaje, necesito descansar, él, y yo. En cuanto diviso la taberna, sonrio de medio lado mientras bajo del caballo, y andando, lo ato al postigo donde se deja normalmente a los caballos. Entro en el lugar. Alli, hay poca gente, muy poca.
En la barra, una bella y seductora camarera atiende a los pocos que se encuentran alli, mientras yo, avanzo hacia la barra. Visto unos vaqueros, una camisa de botones a raya, un chaleco de cuero y un sombrero.
-Buenas encanto, ¿qué tal una de whisky por aqui? - pregunté sonriendo tranquilamente hacia la camarera, la cual me devuelve la sonrisa y va a prepararme la bebida. Me giro, mirando hacia el lugar. No es un lugar muy animado que digamos, es más, empiezo a pensar el simple hecho de que algo triste ha tenido que ocurrir para que la mitad de la gente, esté como de luto. Nadie dice nada, nadie mira al extranjero, nada de nada, salvo la camarera. Es extraño, inquietante, pero bueno, intento no decir nada, simplemente la camarera, la cual me trae la bebida me dirige la palabra.
-¿Y qué te trae a estos lares, extranjero? - pregnutó ella, mientras yo me volvía a girar.
-Lo típico supongo, me mandan del ejercito, soy un simple buscafortunas - comenté sonriendo. -Me envían para supervisar que el traslado de la población se vaya realizando segun lo previsto, ya sabes, trasladar este sitio, a un nuevo pueblo y...
-Si, lo sé encanto, lo sé - le interrumpió la camarera. -Aunque, tal vez con algunos no lo consigas. Parecen no querer moverse, buscan la eterna juventud - dicho esto se rió.
Enarqué una ceja, ¿de qué demonios hablaba? Observo a los que estaban antes ahi, en silencio, bebiendo sin apenas hablar. Ahora, si que me miran, clavandome sus ojos con furia. Enarco una ceja y giro la cabeza.
-Podemos hablar de esto, en un lugar más... privado encanto - susurró ella guiñándome el ojo. -Pero no aqui, si no, posiblemente te maten, ven a la hora de cerrar, ¿quieres? - dijo ella.
No me creia nada de nada, pero, simplemente por reirse un rato, o por el mero hecho de pasar un buen rato, iria, pero ahora, la cuestión era inspeccionar el poblado. Aquellas miradas, no me gustaban nada, y desde luego, aquel sitio ocultaba algo más de lo que afirmaba la camarera.
Texas, Utah.
Las órdenes de los capataces iban y venían. Escucharles daba dolor de cabeza, ¿pero qué le vamos a hacer? Simplemente "animan", vease la ironía, a los trabajadores de la vía del tren. Farfullé por lo bajo mientras alguien se me acercaba, entregándome un sobre. Le miré de reojo y asentí mientras él, se despedía finalmente con un saludo militar. Odio a los militares, pero si me pagan para trabajar por ellos, así sea. Abrí el sobre, y lo leí de arriba abajo:
Levanté la mirada de la carta, para dedicar una nueva mirada a las vias del tren, mientras sonreía de medio lado. La carta, me informaba que debía partir hacia el norte, hacia la zona norte de Utah, a un puebllo llamado Deathroad, un nombre no muy agradable, pero en sí, el poblado parecía ser tranquilo por lo que le informaban en la carta, y eso era lo que él buscaba. Tranquilidad, lejos de los gritos y berridos de los capataces de la obra.
Informé al capataz jefe, tranquila y serenamente, y él, a pesar de que en un principio se negó rotundamente a aceptar el que me fuera, le comenté el resto de la información que se facilitaba en la carta. Más tranquilo, me dejó partir, hacia el pueblo.
"Deathroad, menudo nombre, ¿no?"
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10 de Junio de 1883
Deathroad (75 km al norte y 35 km al oeste de Utah)
Miro alrededor, no hay ni un alma. Me dijeron que era tranquilo, pero no esperaba que lo fuera tanto. Avanzo en silencio, mi caballo ya está extenuado despues de varios días de viaje, necesito descansar, él, y yo. En cuanto diviso la taberna, sonrio de medio lado mientras bajo del caballo, y andando, lo ato al postigo donde se deja normalmente a los caballos. Entro en el lugar. Alli, hay poca gente, muy poca.
En la barra, una bella y seductora camarera atiende a los pocos que se encuentran alli, mientras yo, avanzo hacia la barra. Visto unos vaqueros, una camisa de botones a raya, un chaleco de cuero y un sombrero.
-Buenas encanto, ¿qué tal una de whisky por aqui? - pregunté sonriendo tranquilamente hacia la camarera, la cual me devuelve la sonrisa y va a prepararme la bebida. Me giro, mirando hacia el lugar. No es un lugar muy animado que digamos, es más, empiezo a pensar el simple hecho de que algo triste ha tenido que ocurrir para que la mitad de la gente, esté como de luto. Nadie dice nada, nadie mira al extranjero, nada de nada, salvo la camarera. Es extraño, inquietante, pero bueno, intento no decir nada, simplemente la camarera, la cual me trae la bebida me dirige la palabra.
-¿Y qué te trae a estos lares, extranjero? - pregnutó ella, mientras yo me volvía a girar.
-Lo típico supongo, me mandan del ejercito, soy un simple buscafortunas - comenté sonriendo. -Me envían para supervisar que el traslado de la población se vaya realizando segun lo previsto, ya sabes, trasladar este sitio, a un nuevo pueblo y...
-Si, lo sé encanto, lo sé - le interrumpió la camarera. -Aunque, tal vez con algunos no lo consigas. Parecen no querer moverse, buscan la eterna juventud - dicho esto se rió.
Enarqué una ceja, ¿de qué demonios hablaba? Observo a los que estaban antes ahi, en silencio, bebiendo sin apenas hablar. Ahora, si que me miran, clavandome sus ojos con furia. Enarco una ceja y giro la cabeza.
-Podemos hablar de esto, en un lugar más... privado encanto - susurró ella guiñándome el ojo. -Pero no aqui, si no, posiblemente te maten, ven a la hora de cerrar, ¿quieres? - dijo ella.
No me creia nada de nada, pero, simplemente por reirse un rato, o por el mero hecho de pasar un buen rato, iria, pero ahora, la cuestión era inspeccionar el poblado. Aquellas miradas, no me gustaban nada, y desde luego, aquel sitio ocultaba algo más de lo que afirmaba la camarera.
Última edición por Chris Sutherland el Mar Oct 20, 2009 11:53 pm, editado 1 vez
Chris Sutherland- Habitante
- Cantidad de envíos : 153
Fecha de inscripción : 14/10/2009
Re: Chris Sutherland: "The Day The World Went Away"
10 de Junio 1883
Deathroad. 00:30 am
Un beso, una caricia, un gemido. Supongno que lo que uno esperaba encontrarse a esas horas de la noche, tras el sugerente ofrecimiento de la camarera en el bar. No me lo esperaba, es más, ni siquiera lo había pensado yo alguna vez. Quince minutos de diversión hasta que paramos, yaciendo uno frente al otro, mirándonos sonriendo.
-Vale, ¿me vas a contar esa historia rara de la eterna juventud?- pregunté irónico mientras la miraba, intrigado.
-A decir verdad, solo era una escusa para que subieras, pero... - lo suponía, pero, al mirarla a los ojos, supe que faltaba aún algo. No me lo había contado todo. Enarqué una ceja, acomodandome en el sitio, mientras ella, se situaba sobre mi, divertida. -... ¿qué dirias si te la ofreciera? - preguntó divertida.
-¿Aceptarla? ¿Rechazarla? No lo sé, pero seria interesante, ¿no crees? - dije tranquilamente, mirándola, mientras ella se inclinaba hacia mi. Susurrándome algo al oido:
-Simplemente bésame, y la inmortalidad será tuya - susurró.
Lo tomé como una broma, tal vez, una tonteria. Pero la besé, aceptando cual imbécil. Miro ahora mi pasado, y veo lo imbécil que he sido. Nunca te fies de alguien que te ofrezca algo, pues puedes acabar jodido.
Cuando desperté, me encontraba vestido. Tirado frente a una iglesia en ruinas y un poblado desierto. En realidad, eso era Deathroad, un poblado muerto. Alguien había jugado conmigo, y ahora, no sabía las consecuencias que eso tendría.
Deathroad. 00:30 am
Un beso, una caricia, un gemido. Supongno que lo que uno esperaba encontrarse a esas horas de la noche, tras el sugerente ofrecimiento de la camarera en el bar. No me lo esperaba, es más, ni siquiera lo había pensado yo alguna vez. Quince minutos de diversión hasta que paramos, yaciendo uno frente al otro, mirándonos sonriendo.
-Vale, ¿me vas a contar esa historia rara de la eterna juventud?- pregunté irónico mientras la miraba, intrigado.
-A decir verdad, solo era una escusa para que subieras, pero... - lo suponía, pero, al mirarla a los ojos, supe que faltaba aún algo. No me lo había contado todo. Enarqué una ceja, acomodandome en el sitio, mientras ella, se situaba sobre mi, divertida. -... ¿qué dirias si te la ofreciera? - preguntó divertida.
-¿Aceptarla? ¿Rechazarla? No lo sé, pero seria interesante, ¿no crees? - dije tranquilamente, mirándola, mientras ella se inclinaba hacia mi. Susurrándome algo al oido:
-Simplemente bésame, y la inmortalidad será tuya - susurró.
Lo tomé como una broma, tal vez, una tonteria. Pero la besé, aceptando cual imbécil. Miro ahora mi pasado, y veo lo imbécil que he sido. Nunca te fies de alguien que te ofrezca algo, pues puedes acabar jodido.
Cuando desperté, me encontraba vestido. Tirado frente a una iglesia en ruinas y un poblado desierto. En realidad, eso era Deathroad, un poblado muerto. Alguien había jugado conmigo, y ahora, no sabía las consecuencias que eso tendría.
Chris Sutherland- Habitante
- Cantidad de envíos : 153
Fecha de inscripción : 14/10/2009
Re: Chris Sutherland: "The Day The World Went Away"
17 de Diciembre de 1900
Alaska. E.E.U.U
Lo que ocurrió aquel día, era cierto. Algo o alguien había jugado conmigo. Han pasado 7 años desde entonces, y, o me lo parece a mi, o no he envejecido nada. Suena preocupante, incluso mis propios compañeros, bromeando sobre mi aspecto, sobre como me conservo, sobre mi aspecto. Les tomo en cuenta sus comentarios, pues son ciertos, y tengo miedo, bastante miedo. 7 años atras, desde la noche con aquella mujer, no he parado de darle vueltas a la cabeza sobre sus palabras, y ahora, veo en ellas la realidad.
Me ofreció la eterna juventud, y yo la acepté cual imbécil que toma unas palabras en vano, dejándose llevar por el placer y el momento. Miro a mis compañeros, una última vez antes de bajarme del carro. Emprendería un viaje por mi cuenta, ya no podían verme en mi país. Debía viajar, intentar desaparecer, para nunca volver a ser reconocido, tal vez, algún día, si encontrara respuestas a lo ocurrido, volvería, pero, si sus presagios se temían. Nunca acabaría alli, y por tanto, jamás podría llevar una vida normal.
Bajo del camion, me recriminan, pero les ignoro. El frio invernal de Alaska es brutal y hace mella en mi, pero mis ropajes me permiten soportarlo más o menos bien, y es algo que agradezco.
¿Hacia donde iré? Tal vez viaje al este, a Europa, siempre he querido ver Europa, ver mundo, y si en verdad ahora podía gracias a aquella mujer, era mejor aprovecharlo. Asi mismo, podría comprobar si aquella teoría era cierta.
Alaska. E.E.U.U
Lo que ocurrió aquel día, era cierto. Algo o alguien había jugado conmigo. Han pasado 7 años desde entonces, y, o me lo parece a mi, o no he envejecido nada. Suena preocupante, incluso mis propios compañeros, bromeando sobre mi aspecto, sobre como me conservo, sobre mi aspecto. Les tomo en cuenta sus comentarios, pues son ciertos, y tengo miedo, bastante miedo. 7 años atras, desde la noche con aquella mujer, no he parado de darle vueltas a la cabeza sobre sus palabras, y ahora, veo en ellas la realidad.
Me ofreció la eterna juventud, y yo la acepté cual imbécil que toma unas palabras en vano, dejándose llevar por el placer y el momento. Miro a mis compañeros, una última vez antes de bajarme del carro. Emprendería un viaje por mi cuenta, ya no podían verme en mi país. Debía viajar, intentar desaparecer, para nunca volver a ser reconocido, tal vez, algún día, si encontrara respuestas a lo ocurrido, volvería, pero, si sus presagios se temían. Nunca acabaría alli, y por tanto, jamás podría llevar una vida normal.
Bajo del camion, me recriminan, pero les ignoro. El frio invernal de Alaska es brutal y hace mella en mi, pero mis ropajes me permiten soportarlo más o menos bien, y es algo que agradezco.
¿Hacia donde iré? Tal vez viaje al este, a Europa, siempre he querido ver Europa, ver mundo, y si en verdad ahora podía gracias a aquella mujer, era mejor aprovecharlo. Asi mismo, podría comprobar si aquella teoría era cierta.
Chris Sutherland- Habitante
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Fecha de inscripción : 14/10/2009
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