¡La esperada Sorpresa! ~(God Sent)~

El enviado debía reponer fuerzas durante una hora por lo menos para recuperar algo de energía. Con la conciencia libre de preocupaciones cerró ambos ojos y se dedicó a soñar durante aquellos maravillosos sesenta minutos junto a su prometida.

Pero se le pasaron demasiado rápidos y entonces, cegado por la luz que entraba por el ventanal de su cuarto, se desprendió de Hayde, no sin antes contemplar su belleza a la luz solar de nuevo y luego se fue directo a vestirse, comenzando por darse una ducha en el cuarto de baño de su cuarto.

(Don't Worry!)

Había tenido que bajar a concretar un par de asuntos por teléfono después de haberse duchado y cercionado de que su futura esposa seguía dormida.

La conversación se había alargado más de lo necesario e incluso había sacado el innato enfado que el Enviado tenía derivado de la rigurosidad de todos sus trabajos y proyectos. Ahora subía para comprobar si Hayde estaba despierta o seguía dormida. Subió las escaleras con tranquilidad y entreabrió la puerta, observando como su prometida estaba contemplando su regalo de San Valentín.

Aquel colgante sin duda había sido muy acertado por God Sent y sin duda le encantaba que así fuera. Se adentró en la habitación con una sonrisa radiante que contrastaba lo ocurrido hacía unos minutos abajo.

- Buenos días mi amor.- saludó dejando por un momento descansar sus labios en los de ella con tranquilidad. Luego, apartándose la observó con aquella sonrisa.

El chico se dejó aplacar por el torrente de luz que aumentaba detrás de la gran cristalera de su habitación, observando a Hayde como algo irreal hecho por completo de pequeños atisbos de luz y tonalidades realmente mágicas y gloriosas.

Escuchó su pregunta y negó con la cabeza, riendo levemente, dispuesto a aclararle todo aquello.

- Cómo no estar alegre estando como estoy, contigo, habiendo aceptado tú mi proposición de matrimonio.- repuso, con aquella sonrisa tan fantasmagóricamente simple que, aunque costara creer, era la propia sonrisa de un diablo.

Le encantaba aquel tono rojizo que sus mejillas tomaban con cualquier piropo que él le lanzase a ella; pero para desgracia del enviado, su trabajo tenía que continuar, quisiera o no y dentro de nada comenzarían las clases en el Instituto.

Observó durante unos segundos a su futura esposa después de aquel beso que lejos de ser apasionado, era tan tierno que incluso podía derretir de amor al propio demonio.

- Deja que te peine.- le dijo él esbozando una consistente sonrisa, cariñoso con ella todo lo que no era con los demás. Sus cabellos estaban completamente desordenados pero Axel se encargaría de que estos cobraran de nuevo una firme consistencia, haciéndolo con toda la delicadeza que el enviado podía tener.

-No digas tonterías.- le pidió esbozando una perfecta sonrisa mientras reía levemente. Se fue directo al lavabo de donde sacó un peine normal y corriente, dispuesto a arreglarle su bonito cabello.

Escuchó su francés fluído y respondió en la misma lengua con lentitud y sonora pronunciación:
- Alors, on va faire des miracles avec tes cheveux.- bromeó, riendo levemente mientras comenzaba a cepillarle el cabello lenta y cuidadosamente.

( Ahí, ahí xD multiculturales a tope XD)

Cuando hubo terminado su menester la observó, dando cuenta de que ya estaba muchísimo más presentable que antes. Escuchó su comentario y n o pudo hacer más que carcajearse de aquello, mientras dejaba el cepillo "embrujado" en la mesa de noche con delicadeza.

Tenía que contárselo a ella, no esperaría. Mientras se ponía su estereotipada chaqueta béis y se ataba los botones de ambas mangas le informó de aquello:

-Hay un joven del Instituto; Devon Marshall...- atinó tras unos segundos. - Es especial... un... vidente.- lo había adivinado por su cuenta y sin duda creía poder confiar en aquel chico que no prometía más que ser otro paleto más que usar contra los vampiros. - He accedido a ascenderle, a él y a dos muchachas más que sin duda han destacado en el trabajo.- le informó.

-Desde ahora son mi ejército personal y guardaespaldas en cuanto a asuntos peligrosos.- comentó finalmente, no quería negarle que las cosas se estaban complicando y aquello no le traía nada bueno.

Quizas estaba dando una mala imagen suya a Hayde, pero queria ser completamente sincero con ella; el no era un santo ni nada por el estilo, su naturaleza era completamente malvada en cuanto a todo aquel que no era de los suyos, era el propio satan disfrazado de santo mesias.

Aun asi no queria que ella se involucrara en todo aquello, no le era posible aceptarlo. Asi pues se acerco a ella y la abrazo con fuerza, protector ante todo.

- No dejare que te involucres en todo esto.- juro con solemnidad.

Lo unico que fuí capaz de hacer, fué abrazarlo y apoyar el mentón sobre su hombro, apretando fuertemente los ojos y con las manos entre sus cabellos. Escondí mi cara en su cuello, rogando no tener que tocar ni siquiera un simple cuchillo, y mucho menos esas terroríficas estacas, unas de las causantes de la mayoría de las muertes de los vampiros.

Solté el aire que había retenido, por fin abriendo los ojos. Jugué con su cabello entre mis dedos, ya calmada y sin mis pensamientos preocupantes.

Pronto, mientras ambos estaban abrazados, sonó un alarmante sonido del reloj que ella le había regalado por San Valentín. Era hora de partir hacia su trabajo; ser jefe de un movimiento religioso no era para nada sencillo. Pero menos sencillo era para él el tener que separarse de ella.

- Tengo que ir a trabajar, prometo volver sano y salvo.- le informó dejando un leve beso en los labios de ella.

(Abrimos como que ya pasaron un par de semanas para que vaya pasando el tiempo? xD)

( ¡Claro! Te toca abrir xD)