Incluso los solitarios tienen conflictos familiares

Casi una semana y media después ya me dieron el alta. Me sentía genial, más fuerte, más vivo. Todavía tenía vendado el hombro pero sólo serían unos días. Ahora que yo era el único que estaba en mi cabeza todo parecía distinto, realmente estaba vivo, otra vez.
Salí del hospital y me dirigí a casa de Madison. Quise darle una sorpresa por eso no la avisé de nada. Al llegar al edificio estaba abierto, estaban limpiando. Con la llave en una mano y una orquidea blanca en la otra, la única que siguió viva de un ramo que me regalaron las enfermeras, subí hasta la casa. Metí la llave despacio, intentando no hacer ruido. Abrí la puerta lo más despacio que pude para que no sonara y entré. Todo estaba en silencio, parecía que Madison no estaba allí. Fui habitación por habitación buscándola.

Al descubrir que no estaba me quité la chaqueta y la dejé sobre una silla. Dejé la orquidea sobre la encimera de la cocina y me fuí al sofá, donde me tumbé, me quité los zapatos con los pies y me puse a mirar al techo. Madison y yo... eramos incompatibles. No había día en que no pensara en ella, hasta que llegué a esa conclusión. No la conocía mucho, pero sabía que eramos como el día y la noche. Dos polos opuestos.
Dándole vueltas a la cabeza me quedé dormido.
Unas horas más tarde me desperté, Madison todavía no estaba en casa. No sabía qué hacer, en una casa tan grande me sentía muy pequeño, insignificante. Fui a la habitación de Madison, al ir descalzo noté que había pisado algo. Levanté el pie y vi que era un botón, parecía un botón de una camisa. Seguí andando y me encontré otro, igual que el anterior. Los recogí y me los guardé en el bolsillo.
Me aburría demasiado, no tenía nada que hacer. Al morir... al morir el vampiro del que decidí no volver a nombrar nunca, no tenía nada que hacer, nada de papeleo. Recordé que Travis trajo mis cosas a casa de Madison asi que las busqué.
Al encontrarlas me senté en el suelo y las abrí, me alegré al ver mis cosas de nuevo y me sorprendí enormemente al ver todos esos libros de un valor incalculable. Abrí otra caja donde estaba toda mi ropa, que era escasa. Saqué esa camiseta de tirantes blanca que tanto me gustaba, la que usaba siempre para estar en casa. Me quité la mía y me puse la de tirantes. En ese momentó oí la puerta, miré el reloj, era tarde y oí la voz de Madison. Me asomé algo tímido, eso no era lo que tenía planeado. Ella debía estar aquí y ser yo el que entrase por esa puerta. No supe como reaccionar.

Sonreí al verla - Quería darte una sorpresa... pero parece que sólo te has llevado un susto - Reí, todavía sentado en el suelo. Me levanté y la miré de arriba a abajo - Llevo aquí como cinco horas... ¿celebrabas algo? - Dije mirando su vestido.

- ¡Genial! - Sonreí forzadamente - Afry vino a verme el otro día... creo que entre nosotros todo está bién... - Volví a sentarme en el suelo y metí algunas cosas que habia sacado en las cajas.

Madison me preguntó qué hacia - Me aburría asi que... he empezado a sacar mis cosas - Metí la mano en el bolsillo - Has... has perdido unos botones - Se los mostré desde el suelo - Me los he encontrado al lado de la cama - Sonreí como un niño.

- Genial, entonces ahora guardaré mi ropa- Me pidió que le bajara la cremallera. Me acerqué a ella, olía un poco a acohol y a tabaco, pero su pelo olía genial. Me acerqué demasiado, sin darme cuenta, mientras bajaba despacio la cremallera. Puse mi mano en su cintura y me acerqué a su cuello para olerlo. - Ya está. Debes estar cansada asi que no haré mucho ruido... quizá será mejor que deje para mañana lo de los armarios... Tengo unos libros aquí asi que estaré entretenido... tengo un poco trastornado el sueño, creo que estaré despierto hasta mañana - Me puse un poco nervioso y sonreí algo tembloroso.

Me quedé inmóvil.

- Buenas noches, y bienvenido de nuevo - Me dijo algo traviesa
- Madison... - Cogí aire y fuerzas. Desde que Travis apareció por el hospital deseé contarselo a Madison, pero no fui capaz

- Travis... Travis es mi hermano - Estaba tan nervioso que no controlé las palabras - Mi hermanastro - Corregí rápidamente. Me acerqué a ella lanzado - Y quiero que sepas que estar en tu casa me incomoda, me siento un intruso - Cogí su cara y la acaricié. Hizo el gesto de hablar pero rápido puse mi pulgar en sus labios, luego los acaricié con el mismo - Y también quiero que sepas que te quiero. Que cuando estamos en la misma habitación la llenas y siento ese... ese calor que tanto hace que no sentía - La miré a los ojos y sonreí con mis labios.

- ¿Qué? ¿Qué pasa?- La cogí de los hombros. Me sentí avergonzado como nunca antes me habia sentido - La he cagado ¿verdad? Maldita sea... - Me froté la frente y despues la cara - No tienes porqué decir nada. Me he dejado llevar... todo esto es un poco raro, todo lo que ha pasado es demasiado... ha pasado poco tiempo y... lo siento, me debería de haber callado- Me di la vuelta avergonzado.

- ¿Entonces? - Estaba preocupado, no entendía la reacción de Madison - ¿Qué es lo que pasa? ¿por qué te pones así? - Deseaba que la tierra me tragase, una de las situaciones más incómodas de mi vida - ¿Es porque Travis es hijo de mi padre? ¿Porque he dicho que te... porque te he dicho lo que siento?

- Claro... - Dije preocupado. La cogí de la mano y nos sentamos en la cama - ¿Es que pasa algo? ¿te ha pasado algo? - Suspiré - Esta situación me puede...

Reí aliviado aunque no me gustó nada que tratase con Travis - Travis... no pasa nada. Es muy extrovertido y tú... no tienes que preocuparte por nada, no estás atada a nada ni a nadie, eres libre de hacer lo que quieras, solo que Travis... no nos llevamos bien. No me cae bien, no me gusta lo que ha hecho en su vida, como se ha entrometido en todo solo porque nuestro padre sea la misma persona... Pero tú eres libre de tratar con quien quieras. Me parece genial que seais amigos... o lo que sea - Sonreí a Madison, parecía preocupada todavía.

Pegué un salto y me tiré en la cama - No he tenido nunca estos problemas... - Sonreí [b- No entiendo por qué te pones así... yo le dije a Travis que vienese a traer mis cosas aquí, tu estás soltera, eres preciosa, simpática... y Travis es así, asi que entiendo que pasase lo que pasó. Pero no tienes porqué sentirte mal, porque no hay motivos[/b] - Suspiré - Aunque... no sé... me alegra que no hicieses nada por mí - Me quedé callado unos segundos - Estás cansada. Será mejor que me vaya al salón

Cerré los ojos cuando nos besamos - En... ¿en nuestra relación de confianza están permitidos los besos? - Dije bromeando - Porque es un caos no saber qué es lo que realmente sientes por mí...