Siguiendo el rastro (Victoria)

La caída le había afectado, la caída y también la transformación en humano tan rápida y dolorosa. Aquella vez se había transformado en humano por el golpe, no por sus propios medios y, maldita sea, le dolió demasiado.

Tras dormir la gran parte del día había llegado la noche y con su tremendo olfato había llegado a captar dónde se encontraba la chica. Había recorrido varios kilómetros en su forma licántropa, por el intransitado bosque con la precaución de no ser visto. Así pues había llegado a Baton Rouge, la ciudad más cercana de Cave Springs. En la entrada de la ciudad había conseguido ropa con el viejo arte del hurto que tantas veces había utilizado durante su larga vida.

Ahora paseaba por la playa, siguiendo el fuerte rastro de olor, tan sencillo de encontrar para él. Camina bajo la luz de la luna por la playa, con su pies descalzos por simple gusto. Poca gente se encuentra en la playa aquella noche, el mar está revuelto.

La luna lo incita a transformarse, pero no lo hará, de momento.

La noche anterior había sido de película de miedo. No había conseguido conciliar el sueño después de aparecerme a una distancia tan grande de el lugar donde me había desvanecido. Lo había vuelto a hacer para volver a mi habitación de el Darkness y me había dormido abrazando mis piernas, aún con el susto en el cuerpo. No era asustadiza por regla general, pero una bestia que dobla tu tamaño con unos dientes que te harían añicos en segundos y unas garras tan grandes como mi cara, son dignas de respeto.

Decidí alejarme aquel día y cogí el tren hacia Baton Rouge, capital de Louisiana. Había conseguido algo de ropa nueva y me había paseado por sus parques hasta conocerme la zona. De vuelta a casa, cuando empezaba a anocher, bajé del tren en una de las paradas anteriores, en la playa.

Hacía un año que no veía una playa, siempre estando en lugares del interior, y saber que había una playa cerca me hizo sonreir y olvidarme de lo sucedido la noche previa. A pesar de que era de noche y ya refrescaba, abrigada con mi sudadera rosa de marca me senté en las rocas dejando que el viento azotase mi pelo y lo removiese a su antojo. Aquella brisa marina no hacía otra cosa que hacerme sentir mejor.

Su gran desarrollado olfato continua siguiendo la pista de ella, cada vez más cercano. Entre la noche puede observar a una persona sentada en las rocas y está seguro de que se trata de ella.

Camina con las manos en los bolsillos actor de por sí demasiado bueno. Se acerca a la chica, con una sonrisa tremendamente malvada y maliciosa que desaparece de sus finos rasgos cuando estos eran visibles por la chica.

Suelta una risa, del todo armoniosa y divertida, esperando llamar la atención de ella.

- No cree que es peligroso estar en esas rocas a estas horas, puede picarle un cangrejo.- bromea, intentando sonar del todo amable, consiguiéndolo sin duda.

Sentí una risa por detrás y me levanté sobresaltada, aún no había superado lo de la noche anterior.
- Si me das esos sustos puede llegar a ser peligroso sí... - ladée la cabeza, su mirada me resultaba familiar, sus ojos... sentí un escalofrío y froté mis brazos. Me di cuenta de que a raíz de lo ocurrido con la bestia me había vuelta más desconfiada del mundo, dejaba de confiar tanto en mi don.

Con fuerza se impulsa en una roca para subir donde ella se encuentra, sentándose en otra de las piedras, sin mucho interés en saber cual. La mira, ladeando levemente su cabeza, como si se encontrara extrañado.
- Te encuentras bien?- le pregunta preocupado, aquello de ser un gran actor no se le daba mal.

Su presencia me incomodaba, su amabilidad aún más. Había algo que no me daba buena espina en aquel hombre. Me levanté y metí las manos en los bolsillos de mi sudadera.
- Qué? No... nada... Hace algo de frío y me sienta fatal el frío - forcé una sonrisa - Creo que debería irme - dije intentando escabullirme.

off: perdón por haber tardado tanto! Seguimos posteando, no? Que se quedó interesante y ahora me apetece saber de qué es capaz Lorcan muajaja xd

La marea aumentaba y pronto las rocas acabarían por quedar semicubiertas por el agua. El chico dejó de finjir aquella sonrisa al escuchar la suposición de su extraña pero interesante presa, esta vez no tendría escapatoria.

- No puedo dejar que te vayas...- dice con seriedad, mientras sus pupilas comienzan a dilatarse. - No de nuevo...- añade, con una voz más grutural, convirtiéndose en lo que realmente era, un hombre lobo.

La transformación dura escasos segundos y cuando por fin está completo el lobo se lanza sobre su presa, haciendo que ambos vuelen por los aires hasta caer el animal sobre ella en la fria arena de la noche.

Mientras se transformaba me quedé inmóvil, de piedra. Algo de mí me había dicho que era él y no había huído a tiempo, mi vida me la había pasado huyendo. Intenté caminar hacia atrás pero solo el mar abierto me esperaba. Temblaba de tal forma que no podía hablar, no podía conjurar nada. Se transformó en cuestión de segundos y se abalanzó sobre mí.

Por mucho que lo quise evitar no podía luchar contra aquel monstruo que ahora me tenía aprisionada entre su cuerpo y la arena, sus zarpas arañándome las muñecas y la espalda dolorida por la caída. Lloraba del terror que le tenía a la bestia. Había tenido la muerte siempre pisandome los talones, pero nunca cara a cara.

(off: no me mateeeees! xdd)

La bestia ruge, alertando a gran parte del gentío que se encontraba en el puerto y que comienza a acercarse cautelosos para descubrir todo aquello. No había planeado bien aquello y se encontraba bien jodido, pero saliendo vivo o muerto iba a acabar con aquella mujer, era su único objetivo.

Pronto policías se acercan al lugar y comienzan a dispararle intentando derribarlo. EL joven suelta un momento a la chica y prolifera un rugido de dolor y enfado, volviéndose hacia un policia para acabar con su vida de una manera más rápida y eficaz que el modo con el que pretendía matar a la muchacha.

Otro agente de la ley se lanzó sobre él, sujetándose de su fuerte cuello, el chico con ayuda de sus fuertes patas delanteras consiguió deshacerse de aquel estorbo para volver su vista de nuevo a su victima.

(Naah, si este es un perrito más que tranquilito xddd, algún rasguño se tendrá que llevar, no? xD)

La gente venía pero no hacía nada, no había nada que pudiesen hacer contra un lobo tres veces su tamaño. Mató a un poli en un abrir y cerrar de ojos. No podía hablar, tan solo gemir, debido a lo aterrorizada que estaba. Las muñecas me sangraban pero me incorporé como pude y aproveché el descuido para incorporarme y empezar a correr torpemente.

Le oí detrás de mí, debatirse y arrancarles la vida a los otros policías, y le pude oir aullar y gruñir al descubrir mi huida o intento de ello.

Mi único fin era poder murmurar algún conjuro, poder ser capaz de hacer salir algún sonido de mi voz. Vi una pequeña cueva en las rocas, un lugar demasiado estrecho para él y donde podría tener un par de minutos antes de que diese conmigo a zarpazos para desvanecerme.

Corrí a trompicones hacia allí con toda la fuerza y potencia de la que era capaz. Aún me quedaban unos metros y yo ya no oía ninguna voz humana, escuchaba un terrible silencio y algo me decía que no iba a llegar a aquella cueva... algo me decía que tenía al monstruo respirandome en la nuca.

El lobo se deshace de la policía con algo más de dificultad que antes por el hecho de que le habían disparado y le molestaban aquellas sangrantes heridas. Pero no pararía, no hasta terminar con aquella escurridiza víctima.

Se gira ya habiéndose librado de la presión policial en busca de su presa que corre hacia una pequeña cueva entre rocas. No piensa dejarla escapar, no de nuevo. Corre alcanzándola con extrema facilidad y rapidez, aunque ya cojeaba de una pata debido a una bala incrustada en esta.

Prolifera de nuevo un grito, utilizando sus patas delanteras para derribar de nuevo a la chica contra la arena, mientras corren en su ayuda nuevas patrullas de policía.

Como imaginaba y temía, no lo conseguí. Aquella fiera despiadada que pretendía acabar conmigo me derribó de un zarpazo arañando mi pecho y cuello. Caí violentamente contra la arena y yací allí entre rugidos y disparos hasta que recuperé la consciencia un par de minutos después.
Un trueno me hizo abrir los ojos y recordar donde estaba. El cielo estaba encapotandose y por el rabillo del ojo vi como el ultimo rayo de sol hacía brillar un objeto dorado sobre la arena. Me palpé el cuello en busca de aquel valioso colgante pero no lo encontré.
Me incorporé como pude, estaba muy débil, y gateé hasta la preciada joya, esa que debía proteger con mi vida. Cuando la alcancé y lo guardé en mi puño, parecía que cada segundo fuese un minuto, oí el último disparo. Un policía temblaba ante la malherida bestia, viendo a la muerte de cerca. Me armé de valor y sujetando con fuerza el collar murmuré un conjuro que sabía bien, un conjuro que cubrió a aquel poli con una protección invisible que evitaría que el lobo se le acercase. Para cuando se dio cuenta de que yo era la causante de aquello yo ya estaba a punto de entrar en la cueva, herida y muy débil. El hombre-lobo se acercaba, también notablemente debilitado, decidido a acabar conmigo, extremadamente furioso.

Ya podía saborear el triunfo y la muerte de aquella chica, como una pequeña venganza por el fracaso de sus planes durante la fiesta de Octubre. El hombre lobo camina hacia ella pero pronto es alcanzado por otra bala en una de las patas traseras, haciendo que su malestar al caminar aumentara. Se gira hacia el policía que le ha disparado, dispuesto a acabar con él también. Corre, aunque dolorido, a por él para acabar con su vida, saltando sobre este para tirarlo al suelo. Pero algo lo protege, algún tipo de escudo mágico, para nada humano.

El animal, aunque hombre, lo intenta dos veces más, hasta darse por fin cuenta de que la causante de aquello era aquella mujer. Corre hacia ella, deseando que no tenga un escudo protector también ella, saltando dispuesto no a acabar con su vida, sino para hacer de sus últimos minutos de existencia una completa pesadilla.