Being me, being natural (Libre)

Lorcan ya no era Lorcan, había abandonado su cuerpo para transformarse de nuevo en aquel licántropo albino tan peligroso y fuerte. Estaba realizando un ritual que hacía en cada bosque que encontraba a su paso. Los lobos sureños no eran tan fuertes como los del norte, lo sabía por experiencia, pero como buen lobo que era él debía mostrarse como el rey de la manada, destronando al anterior de esta.

Y allí se encontraba, un rugido y un fuerte golpe y el lobo jefe de la manada había sido lanzado cual muñeca de trapo contra uno de los árboles centenarios del lugar. Sin duda aquello le aburría de sobremanera, era todo muy rutinario, todavía en su imagen animal comienza a aullar a los lobos, imponiéndose, viendo como ellos comienzan a tranquilizarse y a aceptar al licántropo.

Simplemente estaba alucinando.

Tres de mis vicios eran la naturaleza, la lectura y dormir. Aquella tarde me había propuesto hacer dos de ellos y había acabando haciendo los tres.

Hacía las siete de la tarde me había encaramado a un gran y alto árbol por mis propios medios y después de llevar leyendo un rato a una altura considerable, donde se apreciaban las mejores vistas de aquella zona, me había quedado dormida.

Un estruendo me había despertado. Rugidos, aullidos. Bajé la mirada y no cabía en mi asombro, me costaba mantener la boca cerrada.

En el suelo, bajo la oscura noche, había un grupo de lobos gigantes alumbrados por la luz de la luna. Había presenciado una lucha entre dos de los miembros más grandes, uno pardo y uno albino. Había ganado el albino y había sido espectacular pero aterrador. Descendí unos cuantos metros para ver mejor sin ser vista. Ahora todos los lobos trataban al vencedor como a un rey.

Tres simples aullidos y había hecho que los lobos ahora sumisos a él desaparecieran entre la espesura. Había olido y escuchado algo, podía sentirlo no muy lejos y así es como se pone a cuatro patas y comienza a correr pocos metros hacia una dirección, encontrándose con una humana subida a un árbol.

El licántropo comenzó a gruñir, ladrar y aullar, mientras saltaba de forma frenética, intentando alcanzar con sus manos a la humana, pobre de ella que había topado con Lorcan en su estado más salvaje.

No consigue agarrarla a ella, pero si que lo hace a la rama que la soporta y comienza a moverse de forma frenética, intentando subirse, tonto, puesto que no aguantaría su peso la rama.

Se percató de mi presencia.

' Mierda ' pensé.

El grán lobo blanco se acercó, amenazante, y empezó a hacer que se tambalease el árbol, sacudiendo ramas y con ellas a mi misma. Conseguí no caerme pero no fue fácil. Entonces, la fiera intentó subir a donde yo estaba, cuando dió el salto hacia mi altura murmuré lo que debía para elevarme hasta la rama superior. Por los pelos. El lobo yacía en el suelo, más enfurecido si cabía y con la gran rama partida sobre el suelo.

Lorcan se percató de que la chica no era una simple humana, pudo observar con su agudizada vista cómo decía algo y ascendía un par de metros, lejos del alcance de sus saltos. El albino aulla, no se daría por vencido, con sus largas zarpas con garras comienza a escalar el árbol con extrema agilidad, evidentemente inhumana, hasta llegar a la altura de ella, proliferando un espantoso rugido.

No puede controlarse en su forma animal, el chico piensa hacerle daño a ella, incluso matarla. Sus zarpas comienzan a resbalarle hacia abajo, pero continúa impulsándose por el árbol hasta poner una segura pata en una rama, dispuesto a atacarla.

¡Ahh! - chillé cuando la rama sobre la que me posaba se tambaleó violentamente. La fiera se había lanzado contra el árbol, clavando sus potentes y letales garras sobre el tronco. Ascendía con dificultad debido a la verticalidad, pero ascendía y estaba furioso, muy furioso.

Me aferré con toda la fuerza de la que fui capaz a mi rama y cerré los ojos, requería concentración. Jamás me había visto en una situación como aquella. Nunca había huido de algo cuyas garras podían hacerme trizas en un abrir y cerrar de ojos. Respiraba entrecortadamente y el corazón parecía que se me iba a salir del pecho; así era dificil concentrarse. Había hecho aquello otras dos veces, con éxito, pero no bajo aquellas circunstancias, no cuando mi vida podía ser arrebatada en caso de que no funcionase.

Pronuncié lo que sabía que tenía que decir. No funcionó. Sentía que el lobo se acercaba, sus gruñidos más fuertes, el árbol parecía que estuviese a punto de caerse. Insistí y volví a pronunciar aquellas palabras sabiendo que de todas mis opciones era la que sin duda conseguiría salvarme.

Se tambalea en la rama en la que posa sus patas traseras, haciéndolo caer, con un aullido pronunciado. Sus garras lo salvan, haciendo surcos en la madera del tronco, todavía furioso por el avistamiento por parte de aquella "chica". Escala de nuevo incesante, esta vez encontrando una rama que lo puede sostener mejor, dada su envergadura.

Aúlla, observándola a menos de un metro de altura de él, no salta por miedo a que por su peso la rama ceda de nuevo y esta vez no pueda salvarse de la caída.

Escucha un par de palabras que no entiende del todo. ¿qué pretendía ella?

Gruñe, enfadado, mientras alza sus patas delanteras, intentando dar caza a la chica, inconsciente de su fuerza, brutalidad y maldad innata. En aquellos momentos desearía ser capaz de controlar su forma licántropa, pero la rabia de doscientos años de antigüedad no se lo permite.

El ruido era espantoso y terrorifico, sus gruñidos, los aullidos, los crujidos... tenía miedo de abrir los ojos solo por no saber que estaba pasando. Conseguí mantener la mente en blanco un instante, un instante en que tras pronunciar aquellas palabras con voz temblorosa en aquel idioma indescifrable mi cuerpo se desvaneció de aquel bosque, de aquella rama, para materializarse en el primer lugar que me vino a la mente, lejos de allí.

Desapareció, desapareció de la vista de Lorcan y esto hizo que la bestia se enfureciera más aún y que, descuidado, saltara fuerte y la rama se partiera y cayera con un gran estruendo en el suelo, proliferando un gemido que poco a poco se transformó en una respiración ronca, mientras Lorcan volvía a su forma humana, desnudo, cayendo inconsciente por unos segundos.

Tras estos segundos el chico buscó su ropa que había dejado escondida detrás de unos arbustos a unos metros de allí, se vistió rápidamente y comenzó a caminar por el bosque, tambaleándose, llevándose una mano a la cabeza, le dolía demasiado y por su cabeza lo único que corría en su mente era aquella mujer, no entendía cómo lo había conseguido y su curiosidad había aumentado, el próximo día la buscaría, engañándola en su forma humana, dispuesto a conocer sobre ella.

Continúa caminando con lentitud, mareado, saliendo de aquel bosque.